Nos quitaron la libertad condicional

Nos quitaron la libertad condicional

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Cuantas veces se ha escuchado en prisión aquella frase de “me estoy comiendo la condicional”, que destila la frustración de quien está terminando su condena y sigue allí dentro.

La ansiada condicional era aquel beneficio penitenciario al que se podía acceder si estabas clasificado en tercer grado, presentabas buena conducta y tenías cumplidas las tres cuartas partes de tu condena.

Era esa última fase de cumplimiento de la pena que algunos llamaban cuarto grado y se desarrollaba íntegramente en libertad, con algunas condiciones y menor control.

Sin embargo, la libertad condicional, hace tiempo que ya no existe como la conocimos, aunque ahora es cuando se la empieza a echar en falta de verdad.

La Ley Orgánica 1/2015, de reforma del Código Penal transformó su naturaleza y la convirtió en una suspensión de condena, dejando de ser el último grado penitenciario.

Este cambio produce un importante efecto práctico: con la nueva regulación el tiempo pasado en libertad condicional no computará como tiempo de cumplimiento de la pena de prisión y, por tanto, caso de revocarse, deberá cumplirse la parte de la pena suspendida sin descontar el tiempo pasado en libertad condicional.

Ello está provocando, en el día a día, que las personas presas renuncien a dicho “beneficio” por haber dejado de serlo, y prefieran mantenerse en situación de tercer grado con mayor nivel de control y supervisión por parte de la administración penitenciaria, ante el temor de que un nuevo error, en situación de condicional, les devuelva a la casilla de salida, y tengan que volver a cumplir en prisión todo el tiempo pasado desde su concesión.

Poco se escucha de las consecuencias que esto tiene en los procesos de muchas personas o de lo disfuncional que resulta mantener esta regulación.

Una de las consecuencias más importantes viene derivada de la imposibilidad de cobrar el subsidio de excarcelación o la prestación de desempleo, para los que trabajaron en prisión, derechos que el SEPE deniega sistemáticamente si no se está en condicional.

Con ello se priva a estas personas, injusta e incongruentemente, de las ayudas previstas para dar respuesta a la situación de vulnerabilidad que la mayoría padece a su salida, en el momento clave de iniciar un nuevo camino hacia un futuro diferente.